TEXTOS DE LECTURA y COMPRENSIÓN
El castillo de
Otranto Horace Walpole
“En aquel momento, el retrato de su abuelo, que pendía sobre el
banco donde habían estado sentados, exhaló un suspiro y movió el
pecho. Isabella, que estaba de espaldas al cuadro, no pudo ver el
movimiento ni saber de donde provenía el susurro, pero se asustó y
dijo, al tiempo que se encaminaba a la puerta:
—Escuchad, señor, ¿qué ha sido ese ruido?
Manfred tenía dividida la atención entre la huida de Isabella, que
ya había llegado a las escaleras, y la imposibilidad de apartar la
vista del cuadro, que empezaba a moverse. Sin embargo, ya había dado
unos pasos hacia ella, aunque todavía seguía mirando el retrato,
cuando vio que la figura se salía del cuadro y descendía hasta el
suelo con aire triste y melancólico.
—¿Estoy soñando? —exclamó Manfred dándose vuelta—. ¿O se
confabulan todos los demonios contra mí? ¡Habla, espectro infernal!
Si eras mi antepasado, ¿por qué conspiras también en contra de tu
desdichado descendiente que paga muy cara…?
Antes de que pudiera concluir, la visión suspiró de nuevo e hizo
una indicación a Manfred para que le siguiera.
—¡Adelante! —gritó Manfred—. Te seguiré hasta los infiernos.
El espectro avanzó, sereno, pero apesadumbrado, hasta el fondo de la
galería, y entró en una estancia a la derecha. Manfred le seguía a
corta distancia, decidido, aunque lleno de espanto y ansiedad. Cuando
iba a entrar a la estancia, una mano invisible cerró la puerta
violentamente. El príncipe, tomando valor ante esta demora, hubiera
forzado la puerta con el pie, pero esta se resistía a todos sus
esfuerzos.
El castillo de Otranto sentó las bases de la novela gótica,
antecedente del moderno género de terror.
Sin embargo, esta obra no pretendía abiertamente causar miedo o
terror al lector, era más bien un divertimento en el que el autor
plasmaba su gusto por las antigüedades y las edificaciones
medievales. Además de carecer de un verdadero clima de horror, la
novela presenta bastante humor.
La corriente, iniciada por la novela de Walpole, conocida como
«terror gótico» se caracterizaría por ofrecer una atmósfera
opresiva y misteriosa, nacida entre castillos en ruinas, objetos
antiguos portadores de maldiciones, monjes y brujos dementes y una
gran cantidad de fenómenos sobrenaturales.
Responder las
siguientes preguntas:
o ¿Qué fenómenos sobrenaturales aparecen en el fragmento?
o ¿Logra Walpole crear un clima de terror con sus espectros?
o En el texto se indica que Manfred se asusta ante los espectros.
¿Este personaje actúa como una persona asustada? ¿Es convincente
su reacción ante los fenómenos sobrenaturales?
En uno o dos párrafos, escribir un desenlace para el fragmento,
manteniendo el estilo del autor. Precisar adónde fue Isabella y qué
hizo el príncipe Manfred con el espectro de su abuelo.
“Los dos ratones” Esopo
Un ratón campesino, tan simpático como sencillo, que disfrutaba de
su vida serena, fue visitado por cierto compañero de estudio que
vivía en la gran ciudad.
Loco de contento por la visita, ofreció a su amigo en abundancia
todas las delicias que él disfrutaba: habas y garbanzos, cortezas de
jamón y un montón de manjares que había reunido para la ocasión.
El ratón ciudadano probó con cierto remilgo un poco de cada
alimento, al terminar lo miró y le dijo:
–Hombre, no sé cómo podés vivir en un lugar así, los alimentos
son demasiado sencillos, no hay sociedad ni diversión alguna, aquí
lo único que consigue uno es aburrirse. Vení un día a la ciudad, a
mi casa, y vas a ver lo que es la buena vida…Dos.ratones
Confuso el ratón campesino, le prometió visitarlo y, en efecto, a
la semana siguiente llegó a la puerta de su amigo para devolverle la
visita.
Lo recibió el ratón elegantemente vestido sobre una alfombra china;
exquisitos pasteles, tiernas carnes, delicadas verduras y raras
frutas abundaban sobre la mesa del ratón ciudadano. Pero de pronto
se oyó un ruido alarmante, el gato siamés, experto cazador celoso
de la casa, había descubierto a los amigos…
La cercanía de un enorme mueble les dio la posibilidad de
esconderse. Pasado el susto el ratón de la ciudad invita al
campesino a continuar disfrutando del festín, pero éste, todavía
temblando por el susto le dice:
–Te agradezco, pero no, me vuelvo a mi casa. Prefiero un mendrugo
tranquilo a todas estas grandezas rodeadas de temores y zozobras, de
riesgos y peligros…
Hablar sobre lo
leído
a. Comentar en grupos de cuatro lo leído. Tratamos de descubrir qué
tipo de texto es. Descubrimos la enseñanza que nos deja.
b. Opinar sobre la frase: “Las cosas no son como parecen”.
c. Exponer brevemente lo conversado en los grupos. Rescatar la
moraleja y tratar de aplicarla en situaciones concretas del ámbito
escolar.
A partir del
texto
1. Buscar con la ayuda del diccionario palabras o construcciones
sinónimas de:
abundancia – manjares – remilgo – zozobras
2. Cambiar el título de la fábula.
Comprendemos lo leído
Nombrar:
Personajes:
Lugar:
Tiempo:
3. Hacer una lista comparando las características de los personajes
y de los lugares donde vive cada uno.
4. Contar la cantidad de párrafos . Marcar con distintos colores los
puntos seguido, aparte y final.
5. Escribir con un compañero la contestación que le dio el ratón
de campo al de la ciudad cuando lo invitó a su casa, completando el
diálogo.
6. Cambiar el final: al ratón de campo le gustó la experiencia…
Trabajamos con el
texto
1. Los personajes no tienen nombre y tampoco los lugares. Piensen por
lo menos tres para cada uno.
2. Buscar en el texto los adjetivos que describen a:
El ratón de campo:
El ratón de ciudad:
La comida del campo:
La vida del campo:
La comida de la ciudad:
La vida de la ciudad:
3. Pensar con qué adjetivos podría haber descripto su visita a la
ciudad el ratón de campo.
4. Subrayar por lo menos diez verbos en la fábula. Transcribirlos.
Identificar a qué conjugación y tiempo pertenece cada uno.
Escribirlos en otro tiempo.
5. En el texto hay un adverbio de modo, subráyalo y escribe por lo
menos otros dos que puedan reemplazarlo (sinónimo).
Clasificación de
palabras por su acentuación
1. Extraer de la fábula diez palabras.
2. Separarlas en sílabas y marcar la sílaba tónica.
3. Clasificarlas según sean: agudas, graves, esdrújulas. Justificar
la clasificación.
Excesivos ladrones Ana María Shua
Robaron el equipo de audio y los candelabros y la comida de la
heladera y los ceniceros de cristal de Murano y el televisor y hasta
los equipos de aire acondicionado y robaron también la heladera
misma y la mesita del televisor y el resto de los muebles y los
dólares guardados sustrajeron la caja fuerte empotrada en la pared
del dormitorio y después robaron la caja fuerte y también la pared
del dormitorio y después robaron el resto de las paredes y los
cimientos que la sostenían y el techo que en ellas se sustentaba y
las cañerías de bronce que las atravesaban y después robaron los
árboles y flores del jardín y después el jardín mismo y el
terreno sobre el cual había estado construida la casa y robaron el
basamento de granito y varias capas geológicas incluyendo una
durísima, de basalto puro, y las napas de agua que en ellas había y
siguieron robando y robando hasta provocar la irrupción de la lava
en una explosión volcánica que ocultó por completo las pruebas de
sus fechorías, los terrenos circundantes, el pueblo entero y buena
parte de la región en el que se produjera el hecho delictivo y
varias zonas de las regiones aledañas y, merecidamente, a ellos
mismos, por chapuceros, improvisados y sobre todo exageradísimos
ladrones.
Actividades
1. ¿Crees que el título es exagerado? ¿Por qué? ¿Qué otro
título le pondrías?
2. ¿Qué fue lo que causó la perdición de los excesivos ladrones?
3. ¿Qué características le atribuirías a los ladrones?
4. ¿Qué hechos cometidos por los ladrones pueden ser ocurrir en la
vida real?
5. ¿Qué hechos cometidos por los ladrones pueden ser considerados
“sobrenaturales”?
6. Este cuento, por sus características, puede ser considerado
Fantástico: ¿cuáles son esas características?
7. En la historia hay “excesivas” repeticiones del conector “y”.
A continuación, reescribe el cuento reemplazando las “y” por
otros conectores y signos de puntuación.
El mito de Aracne
Aracne era una de
las mejores tejedoras de toda Grecia, sus bordados eran tan
maravillosos que la gente comentaba que sus habilidades le habían
sido concedidas por Atenea, diosa de la sabiduría y patrona de los
artesanos.Aracne1
Pero Aracne tenía
un gran defecto, era una muchacha muy vanidosa y decía,
continuamente, que ella era la mejor tejedora.
Un día, la
orgullosa Aracne, no puedo aguantar más los comentarios de sus
vecinos y llegó a compararse con Atenea. Se paseaba el día lanzado
desafíos a la diosa e invitándola a participar en un concurso para
ver cuál de las dos tejía mejor.
La diosa Atenea
quiso darle una lección a Aracne y bajó desde el Olimpo a la Tierra
para aceptar su reto.
Entre la red de
hilos y la gente del pueblo, comenzó el concurso, Aracne y Atenea
estuvieron tejiendo durante todo un día. Atenea representó a los
dioses en todo su esplendor. Por el contrario la tela de la orgullosa
Aracne mostraba a los dioses como lobos y borrachos.
AracneCuando Atenea
vio que el trabajo de Aracne insultaba a los dioses no pudo aguantar
más, se enfadó mucho y rajó la tela. Aracne se dio cuenta que
había ofendido gravemente a los dioses, sintió mucho miedo, salió
corriendo e intentó suicidarse colgándose de una viga del techo. La
diosa Atenea se apiadó de ella y le salvó la vida pero, para
castigarla, la convirtió en araña y la condenó a tejer para el
resto de los tiempos.
Actividades
1- ¿Qué tipo de
narrador posee el texto? Ejemplifica con un fragmento.
2- ¿Quién era
Aracne? ¿Cuál era su mayor defecto?
3- ¿Por qué Atenea
decide bajar a la Tierra?
4- ¿Qué ocurre en
el concurso?
5- ¿Cuál fue el
castigo de Aracne? ¿Por qué?
6- ¿Qué tipo de
mito es el que leíste? Justifica
7- ¿Qué tipo de
narrador posee el texto? Ejemplifica con un fragmento.
8- Como en todo
mito, en este aparecen elementos sobrenaturales, ¿cuáles son?
9- En los mitos,
siempre se explica el origen o nacimiento de algo, en este caso el de
…
10- Realiza en 7
oraciones las secuencias narrativas del mito.
Otras actividades
1. ¿Quién era
Aracne?
2. ¿Qué gran
defecto tenía Arance?
3. ¿Con quién
comenzó el concurso Aracne?
4. ¿Qué le ocurrió
a Aracne cuando ofendió a los dioses?
5. ¿En qué
convirtió Atenea a Aracne y qué le ocurrió?
6. Escribe un
sinónimo de las siguientes palabras del texto:
a) Maravilloso:
b) Vanidosa:
c) Tela:
d) Locos:
e) Miedo:
7. Escribe un
antónimo de las siguientes palabras del texto:
a) Lanzando:
b) Invitándola:
c) Comenzó:
d) Coser:
e) Diosa:
8. Escribe una
oración utilizando ambas palabras:
a) Tejedoras –
bordados
b) Olimpo- dioses
c) Araña – tela
d) Atenea –
sabiduría
9. Completa las
frases del texto:
a) Aracne era una de
las mejores _____________________ de toda Grecia.
b) Se pasaba el día
lanzando ____________________ a la diosa.
c) La diosa Atenea
quiso darle una __________________ a Aracne.
d) Aracne se dio
cuenta que había ofendido _________________ a los dioses.
e) Atenea se apiadó
de ella y le salvó la _________________.
Flores Jorge
Accame
Yo era profesor de
Castellano en la Escuela Normal, mi nombre es Mateo y a mediados del
ochenta, en el segundo año A del bachillerato, tomé una prueba
escrita de análisis sintáctico. Al devolver las hojas corregidas
sobró una. Los alumnos me dijeron que ese nombre no correspondía al
grupo. La evaluación, que había sido reprobada, llevaba la firma de
un confuso Juan o José Flores. La guardé dentro de mi portafolios,
entre las resma de evaluaciones. Por las dudas, en los días
sucesivos pregunté en otros cursos: todos ignoraban su origen.
Repasé las listas; en vano. Nadie apareció con ese apellido.
No me sorprendí
demasiado. Un escrito aplazado era quizá eludido hasta por su propio
dueño. Probablemente abusando de mi ignorancia acerca de los
integrantes de cada grupo, alguien había firmado con seudónimo
previendo el resultado fatal.
Hacia septiembre,
volví a examinar al segundo año. Corregí los trabajos y me
encontré –creo que lo esperaba- con otra hoja firmada por Flores.
Tampoco esta vez había aprobado.
No llevé a cabo más
pesquisas. Ahora estaba seguro de que Flores pertenecía al segundo
A. Haber encontrado dos veces un trabajo suyo entre las evaluaciones
de ese grupo lo confirmaba. Sospeché que se trataba del nombre
apócrifo de algún bromista que había hecho dos pruebas. Una,
firmada con su verdadero apellido para obtener un concepto real; la
otra, que debía atribuirse a una sombra –Flores-, y que era
entregada con el solo propósito de perturbarme.
Durante el recreo,
mencioné el episodio en el buffet de mis colegas. En ese momento el
comentario no produjo ningún efecto. Nunca se escucha realmente lo
que dice el otro, salvo que el discurso sea por mera casualidad el
que uno mismo está por decir.Flores1
Cuando ya iba a
entrar al aula, sentí que me aferraban el brazo para detenerme. Era
una preceptora.
Se la veía
nerviosa.
-Sin querer
–murmuró- he oído lo que relató en el bar.
Le dije para
tranquilizarla que no tenía la menor importancia.
Ni siquiera intentó
escucharme y empezó a hablar:
-Había hace tiempo,
en segundo A, un chico Flores que nunca aprobó Castellano. Era
voluntarioso y estudiaba mucho, pero sus deficiencias –mala escuela
primaria o falta de cabeza, se ve- le impidieron eximirse. Una tarde,
cuando venía hacia aquí a rendir examen por quinta o sexta vez, lo
atropelló una camioneta cerca del ejército y murió. Fue la única
materia que quedó debiendo para siempre.
La narración era
algo melodramática. Sin embargo, la mezcla de ambigüedad y
precisión entre aquellas coincidencias me inquietó por varias
semanas.
Ese verano, tomé la
evaluación final en segundo A. Busqué la de Flores y la aprobé sin
leerla. Al día siguiente la dejé sobre el pupitre de un aula vacía.
Ya no volví a saber
de mi inexistente alumno. Deliberadamente, deseché una última
explicación posible: la intervención de algún familiar o amigo
íntimo del difunto, que cursara en la escuela y hubiera prometido
cumplir póstuma y simbólicamente su voluntad truncada.
Para mí (y para la
sombra) había una sola realidad: Flores, ese año, se eximió en la
materia que lo había fatigado.
Actividades
1. ¿Cuál es el
marco del relato? (Lugar, tiempo y personajes).
2. En no más de 6
oraciones, realiza la secuencia narrativa del relato.
3. Este es un cuento
fantástico, ¿por qué?
4. ¿Quiénes son
los personajes principales?
5. ¿Cuál es el
hecho sobrenatural que le ocurre al profesor?
6. ¿Qué
explicación le ofrece la preceptora? ¿Qué efecto tiene en el
profesor?
7. ¿Cómo se
resuelve el misterio de la evaluación?
8. ¿Qué
explicación presenta el profesor para “entender” lo que le pasó?
9. Según lo que se
dice al final del cuento, ¿lo clasificarías como Puro, Impuro o
Extraño? Fundamenta tu respuesta.
10. En no más de 10
renglones inventa una explicación racional o irracional que sea una
culminación del relato (un final distinto).
Yo y el ladrón Wenceslao Fernández Flórez
Cuando el señor
Garamendi se marchó a veranear, me dijo:
-Hombre, usted, que
no tiene nada que hacer, présteme el favor de echar, de cuando en
cuando, un ojo a mi casa.
No es cierto que yo
no tenga nada que hacer, y el señor Garamendi lo sabe perfectamente;
pero él opina que cuando uno no sale a veranear, y no es por causa
de algún gran negocio, es para dedicarse totalmente al descanso, con
la voluptuosa pereza de no buscar los billetes ni cargar con la
familia. Me limité a preguntar:
-¿Qué entiende
usted exactamente por “echar un ojo”?
-Creo que está bien
claro-contestó de mal humor.
-¿Debo pasearme por
las habitaciones de su casa con un ojo abierto, posando sucesivamente
la mirada en los muebles, en los … ?
-No. ¡Qué
tontería! Quiero decir que me agradará que pase usted algún día
frente al edificio y vea si siguen cerradas las persianas, y que le
pregunte al portero si hay novedad, y hasta que suba a tantear la
puerta. Usted no sabe nada de estos asuntos, pero en el mundo hay
muchos ladrones, y entre los ladrones existe una variedad que trabaja
especialmente durante el verano, y es a la que más temo. Se enteran
de cuáles son los pisos que han quedado sin moradores, y los
desvalijan sin prisas y cómodamente. Algunas veces se quedan allí
dos o tres días viviendo de lo que encuentran, durmiendo en las
magníficas camas de los señores, eligiendo concienzudamente lo que
vale y lo que no vale la pena de llevarse . No hay defensa contra
ellos. La primera noticia que se tiene es el desorden que se advierte
en la casa al volver, cuando ya todo es irremediable y lo robado está
mal vendido o bien oculto.
-Bueno- concedí,
bostezando -; pues echaré ese ojo.
La verdad es que no
pensaba hacerlo. Garamendi abusa un poco de mí con sus encomiendas
engorrosas desde que me hizo dos o tres favores que él recuerda
mejor que yo. Luego…, luego me abruma con sus gabanes, con sus
puros, con sus gafas, con su vientre, con sus muelas de oro. Cuando
descubro un nuevo defecto en él, tengo un placer íntimo. Entonces
le encontré pusilánime.
Tener miedo a los
ladrones me pareció la más grotesca puerilidad. Yo no creo en eso.
Pasaron los días;
me recreé en el calorcillo de Madrid, me senté en algunas terrazas,
recordé mi niñez volviendo a ver las viejas películas que los
cines exhiben a bajo precio en estos meses, y una tarde que estaba
más ocioso y más emperezado que nunca en mi despacho, pensando
vagamente en que era demasiado ascético al dormir tan sólo una hora
de siesta, cuando nada me impedía dormir dos, y que la humanidad no
me agradecería jamás este sacrificio, recordé de repente:
-¡Anda! Pues no he
pasado ni una sola vez ante la casa de Garamendi.
Y únicamente -lo
aseguro- para poder darle mi palabra de honor de que había atendido
su encargo, aproximé lentamente mi mano al teléfono y marqué su
número.
Oí, medio
desmoronado en la butaca, el ruido del timbre que sonaba en la
desierta vivienda del veraneante.
-¡Trrrr…!
¡Trrrr…!
Y… nada más.
Una voz apagada,
desconocida, llegó por el hilo:
-¿Diga?
-¿Cómo <>?
-exclamé, extrañadísimo-. ¿No es ésa la casa del señor
Garamendi?
YoLadronLa voz se
hizo atiplada como la de las máscaras que disimulan, y clamó con
una alegría que no venía a cuento:
-¡Sí, sí! ¡Es
aquí, es aquí! ¿Cómo está usted?
Me quedé
estupefacto.
-Oiga -hablé-, ¿me
hace el favor de decir qué está haciendo…?
Siguió un silencio
embarazoso.
-¿No será usted un
ladrón?
Nueva pausa.
-Si es usted un
ladrón, no me lo niegue- exigí.
-Bueno-dijo la voz,
ya con acento natural, un poco ronca-. La verdad es que, en efecto,
soy un ladrón.
-¡Pues me ha
fastidiado usted, porque tengo mucha amistad con el señor Garamendi,
y me encargó al marchar que vigilase su casa! A ver ahora qué le
digo.
-Puede usted
contarle lo que sucede-insinuó la voz, un poco acobardada.
-¡Bonita
idea!-protesté-. ¿Cómo voy a confesarle que estuvimos dialogando?
Aún, si usted no hubiese cometido la idiotez de contestar…
-Fue un impulso
espontáneo-se disculpó-. Estaba aquí, junto al teléfono; sonó y,
maquinalmente, me puse al habla. Yo también tengo teléfono, y la
costumbre…
-¡Vaya conflicto!
-Crea usted que lo
siento de veras.
-Claro que si le
pido que deje ahí todo y vaya a entregarse a la comisaría más
próxima…
-No; no lo haría…
¿Para qué engañarle?
-Al menos, dígame :
¿se lleva usted mucho?
-No hablemos de eso;
una porquería. Perdone si le ofendo, pero ese amigo de usted no
tiene nada que le quite a uno de cuidados.
-¡Hombre, no me
diga…! La escribanía de plata es maciza y valiosa…
-Ya está en el
saco, y unas alhajitas y el puño de oro de un bastón y dos gabanes
de invierno. Nada. No es negocio.
-¿Vio usted una
bandejita de plata que debe de haber en el comedor, con unas flores
en relieve?
-Sí.
-¿Está en el saco?
-No. Las otras, sí;
pero ésa apenas tiene un baño; es de metal blanco.
-Bien; pero no
negará que es bonita.
-No vale nada.
-Llévesela usted.
-No quiero.
-¡Llévesela usted,
idiota! ¿No comprende que si la deja van a darse cuenta de que no es
de plata? Y… se la he regalado yo. Llévesela.
-En fin…, por
hacerle un favor; pero sólo me servirá de estorbo.
-¿Ha recorrido ya
toda la casa? Yo no conozco más que el despacho. Creo que está bien
puesto, ¿no?
-¡Psch! Muchas
pretensiones; poco gusto. Debe de tratarse de un caballero roñoso.
-Es triste, pero no
lo puedo negar. Y también es cierto que carece de gusto.
-¿Quiere usted
creer que tiene dos escupideras en el salón?
-¡No!
-Como usted lo oye.
¿No ha entrado nunca en el salón? Pues se ha perdido un espectáculo
divertido. Yo tengo costumbre de visitar casas bien amuebladas, y le
aseguro que ésta es una calamidad.
-¡Vaya, señor!
Siempre me pareció que Garamendi presumía demasiado.
Ahora que…la
alcoba de la señora…, de ésa sí que dicen que es un estuche,
¿verdad? Garamendi afirma que le costó una fortuna. ¿Cómo es,
cómo es?
-No me fijé en
detalles… ¿Quiere que vuelva?
-¡Oh, por Dios! No
vaya usted a creer que me gusta el cotilleo. Era por… ¡qué sé
yo!
-Lo que encontré
allí fueron pieles bastante buenas.
-Lo creo. Tiene una
capa de renard.
-Está en el saco. Y
un gabán de cibelina.
-Sí; eso vale más,
pero también es más llamativo. Lo envidiable es la capa de renard.
-¿Le gustaba a
usted?
-Le gustaba a
Albertina… una amiga mía…; para decirlo de una vez: a mi novia.
Un día vimos a la señora de Garamendi con su capa y Albertina no
habla de otra cosa. Creo que me quiere menos porque piensa que nunca
podré regalarle unas pieles de zorro como ésas.
-¿Quién sabe?
¡Caramba! No hay que amilanarse.
-No… nunca; es
bien seguro…
Un silencio.
-Oiga…, señor.
-Dígame.
-Si usted me
permite, yo tengo mucho gusto en ofrecerle esas pieles…
-¡Qué disparate!
-Nada… Me ha sido
usted simpático y…
-Pero… ¿cómo voy
a consentir…? ¿Va usted a quedarse sin ellas por…?
-No se preocupe. Yo
ya tengo las otras, y no va a ser uno más pobre…
-¡Ea, que no!
-Bien; pues entonces
se las ofrezco a Albertina. Ahora no podrá usted desdeñarlas…
Piense en la alegría que tendrá…
-Sí; eso es cierto…
-¿Adónde las
envío?
Le di mis señas.
-¿Manda usted algo
más?
-Nada más. Y muy
reconocido. Que termine “eso” con suerte.
-Gracias, señor.
GLOSARIO DE
TÉRMINOS
Atiplada: sonido
agudo en tono elevado.
Puerilidad: de
personalidad infantil
Amilanarse: quedarse
aturdido
Renard: en francés,
zorro.
PREGUNTAS SOBRE
EL TEXTO
1.- Resume el texto
en cinco o seis líneas.
2.- ¿Qué le confía
Garamendi a su vecino? ¿Por qué?
3.- Señala rasgos
de humor que haya en el relato.
4.- Define la
personalidad del dueño de la casa robada.
5.- ¿Qué
significan estas expresiones, según el contexto?:
Encomiendas
engorrosas:
Grotescas:
Muchas
pretensiones:
Desdeñarlas:
6.- Analiza las
siguientes formas verbales, indicando la persona, número, tiempo,
modo y conjugación:
Hablemos:
Protesté:
Venía:
Había atendido:
7.- A partir de los
siguientes sustantivos, forma adjetivos:
Pena:
Defecto:
Desorden:
Plata:
8.- Indica la
modalidad de las siguientes oraciones, según la actitud del
hablante:
“¿No ha entrado
nunca en el salón?”
“Yo tengo la
costumbre de visitar casas bien amuebladas”.
“¡Es aquí, es
aquí!”
“Llévesela
usted”.
Tribulaciones de
una madre sufridora Vallejo-Nágera, Alejandra
Nela y sus
compinches llevan maquinando un plan peligrosísimo toda la semana.
Con sólo quince años, intentarán colarse en una discoteca de moda.
Los Extraños de la Calle se jactan de hacerlo continuamente. Por lo
visto, la puerta de la discoteca en cuestión está protegida por dos
orangutanes que, en sus ratos libres, practican el lanzamiento de
martillo. Uno de ellos participará en el próximo campeonato de
Europa. Burlar a este par de bestias constituye una de las
atracciones más apasionantes del programa; se trata de una proeza
que exige ingenio, habilidad, valentía… y alguna que otra
condición.
– Sólo hay que
cambiar la fecha de nacimiento en el carnet de identidad, y ya te
dejan entrar sin mirarte ni nada – suelta la incauta de Nela.
Mi hija está
excitadísima. En ningún momento se ha parado a pensar que incurre
en un delito de falsificación de documento público. Pretende seguir
al pie de la letra las instrucciones criminales que le han
suministrado los Extraños.
Estoy tan
horrorizada que me armo un lío y, en lugar de vetar rotundamente sus
aspiraciones a delincuente – como sin duda harían mis Asesores -,
exijo a Nela que me detalle los pormenores del acto delictivo.
– Sólo hay que
hacer unas cuantas fotocopias en la trastienda de un sitio –
informa entusiasmada, pavoneándose.
– ¿Dónde? ¿Cómo?
Nela cambia la
expresión. No puede explicarse de forma calmada y paciente.
Todo lo que dice ha
de ser comprensible instantáneamente. Ahora se nota torturada por
una madre más lenta que una morsa con tacones. Apenas puede
soportarlo.
– Me odias. No te
fías de mí – clama agria.
– No querida, no
te odio en absoluto. Simplemente pregunto.
– Pues ninguna
otra madre pregunta tanto como tú. Todas dicen “qué bien” y
dejan a sus hijas en paz.
Lanzo una mirada lo
más dura posible.
– ¿Por qué me
miras de esa forma? ¿Por qué siempre pones unos ojos, así, como de
crítica? Te crees superior – Nela sólo ve la paja en el ojo
ajeno.
Estoy a punto de
decirle cuatro cosas, pero mis Asesores me han explicado un trillón
de veces lo peligroso que resulta desviarse del objetivo final; así
que hago un esfuerzo inaudito y mantengo la boca prieta.
Mi silencio
envalentona a Nela. Pone cara de víctima y me ametralla con un
discurso de lo más altanero.
– Yo tengo mi
propia vida y, para que te enteres, hay cosas que son importantes
para mí. Salir con mis amigos es importante para mí; bailar en
discotecas también es importante para mí; sin embargo, fisgar en mi
vida íntima sólo te importa a ti. Ya sabes cuánto odio tener que
explicarte mil veces todo, lo sabes, pero tú para fastidiar vas y me
obligas a decirte exactamente cada cosa que hago y por qué la hago.
Me tratas como a una enana nauseabunda. Ninguna de mis amigas tiene
una madre tan desconfiada como tú; ninguna.
Una vez más, Nela
demuestra una habilidad pasmosa a la hora de salirse por la tangente.
Es muy diestra con el manejo de la aguja de marear. Cree que
terminaré olvidando el motivo inicial de la discusión. Pero se
equivoca, porque yo voy conociendo poco a poco sus viles artimañas y
ya las sorteo incluso con cierto garbo. Así que me limito a
pronunciar gélidamente:
– Observo que lo
has entendido maravillosamente bien. ¡Qué hija más inteligente
tengo! De modo que, o me explicas exactamente en qué consiste el
tema de la discoteca o no te moverás de casa en todo el fin de
semana.
Nela necesita
sentarse; jura que prefiere vivir bajo un puente antes que permanecer
con una madre que la trata tan rematadamente mal. Pone cara de tener
ofendido hasta el páncreas. Yo sigo en mis trece: pido el nombre de
la discoteca, su dirección, y exijo detalles sobre la falsificación.
Nela pone los ojos en blanco. De pronto parece inmensamente aburrida.
Desea acabar cuanto antes.
Recita a toda
velocidad una retahíla de datos y de personas que también
frecuentan el lugar. La lista es interminable y se compone
principalmente de casi toda la gente que yo
conozco.Tribulaciones.madre.sufridora
– ¿Tienes ya
suficiente? ¿O acaso mi comandante desea más información? –
suelta ácida.
Me hace gracia, no
puedo remediarlo. Mi leve sonrisa desata su histeria.
– ¡¡¡Te chifla
humillarme!!! No puedo creerlo – aúlla como loca.
– Falta lo de la
falsificación – corto enseguida.
– Tama se va a
ocupar; ella conoce a uno que sabe dónde se hace. Yo no sé nada.
Sólo tengo que pagar dos mil pesetas. Eso es lo que vale. No sé
nada más.
Ahora Santa Nela
Bendita es una pobre inocente que se deja arrastrar ciegamente por la
bribonería del hampa. Exijo hablar inmediatamente con Tamara.
– ¡NO! ¡No te
metas! – solloza aterrorizada mientras tira con rabia de mi mejor
jersey. La tensión es demasiado fuerte; noto que ambas estamos
exhaustas.
Intento llegar a un
acuerdo y dejo que Nela llame a Tamara. Oigo cómo protesta al
teléfono; Nela se lamenta a moco tendido de la desgracia que supone
tener una madre tan horrible como yo.
– La madre de Tama
quiere hablar contigo – anuncia glacial pasándome el auricular.
Contrariamente a lo
esperado, la mujer parece sensata y seria. Es anestesista y su marido
ingeniero. Se ha informado detalladamente acerca de la discoteca y
afirma que se trata de un lugar bastante seguro. No hay drogas. Los
alumnos de un colegio respetable frecuentan el lugar. El acceso es
estrictísimo: los orangutanes de la puerta echan sin compasión a
todo aquel que vaya tatuado y desaliñado. Un amigo de la familia
maduro, universitario, se ha ofrecido para acompañar a las niñas.
Ella las llevará e irá a buscar personalmente a una hora prudente.
– Además, ¿para
qué vamos a engañarnos? Yo creo que bailar es muy divertido. Tamara
lo hace constantemente en su cuarto, por tanto, ¿qué más da que
baile también en una discoteca? – argumenta la señora
pausadamente. Lleva la profesión en la voz.
Después de grandes
titubeos, termino accediendo. Nela está pletórica.
– Eres una madre
guay. Te quiero, eres guay – canturrea y me zarandea. Acepta mis
severas condiciones y requetejura que no fumará ni beberá.
– Eso no pienso
tolerarlo. Espero que no me decepciones – advierto contundente.
Telefonea a media
humanidad para comunicar la buena nueva y luego se va a la cama dando
saltos. Mañana es el gran día y Nela se siente inmensamente feliz.
Mientras tanto, yo
no consigo pegar ojo. Sé que mañana pasaré un rato angustioso;
permaneceré alerta y dispuesta a llamar a la policía o a arrasar el
lugar de perdición en persona. Si en realidad me preocupa tanto la
idea, ¿por qué me dejo arrastrar tan fácilmente? Quizás sea
porque, a su edad, yo también me colé en una discoteca. Recuerdo
que me maquillé todo lo que pude para aparentar diez años más y
que bailé como una posesa; claro está que no se me pasó por la
cabeza falsificar la documentación… ¡Ay, Dios mío! ¡Lo he
olvidado por completo! ¿Se habrán enterado la anestesista y el
ingeniero de que nuestras hijas son delincuentes en potencia?
Actividades
1.- Haz un breve
resumen del texto que acabas de leer, de unas 6 líneas,
aproximadamente.
2.- Describe en
pocas líneas cómo es la madre de Nela.
3.- Responde a las
siguientes preguntas:
¿Por qué tres
motivos la llamada telefónica convence definitivamente a la madre de
Nela?
Sin embargo,
¿por qué la madre de Nela cree que termina cediendo ante las
peticiones de su hija?
¿Por qué la
madre de Nela comenta “Lleva la profesión en la voz”?
Hacia el final,
¿qué quiere decir la madre de Nela cuando llama a las adolescentes
“delincuentes en potencia”?
4.- Realiza las
siguientes tareas:
Explica con tus
propias palabras lo que la autora quiere decir con estas expresiones:
“Yo sigo en
mis trece…”.
“a la hora de
salirse por la tangente”.
“Nela sólo ve
la paja en el ojo ajeno”.
Escoge 6 de estas
13 palabras del texto y defínelas:
“pormenores,
inaudito, nauseabunda, artimañas, garbo,
gélidamente,
retahíla, histeria, hampa,
anestesista,
orangután, desaliñado, pletórico”.
5.- Localiza en el
texto lo que se te pide a continuación (siempre copiando la oración
en la que está, y subrayando lo pedido):
Un determinante
numeral cardinal.
Un adjetivo en
grado comparativo.
Un adverbio de
modo.
Un sustantivo
abstracto.
Una conjunción.
Un adjetivo en
grado superlativo.
Un sustantivo
con sufijo.
6.- Encuentra en el
texto las siguientes formas verbales:
Un gerundio
simple.
Un verbo en 1ª
persona del singular del Pretérito Perfecto Simple de Indicativo.
Un verbo en 3ª
persona del plural del Futuro Perfecto de Indicativo.
Un verbo en 1ª
persona del singular del Pretérito Perfecto Compuesto de Indicativo.
Un verbo en 2ª
persona del singular del Presente Simple de Subjuntivo.
Completa cada
espacio en blanco con un verbo conjugado correctamente, de manera que
el texto cobre sentido. Como ayuda, entre paréntesis se encuentra la
forma impersonal correspondiente.
Los cazadores de
ratas Horacio Quiroga
Una siesta de
inviemo, las víboras de cascabel, que (dormir) __________ extendidas
sobre la greda, (arrollarse) __________ bruscamente al oír un
insólito ruido. Como la vista no es su agudeza particular, las
víboras (mantenerse) __________ inmóviles, mientras (prestar)
__________ oído.
–Es el ruido que
hacían aquéllos– (murmurar) __________ la hembra.
–Sí, son voces de
hombre; son hombres– (afirmar) __________ el macho.
Y pasando una por
encima de la otra (retirarse) __________ veinte metros. Desde allí
(mirar) __________. Un hombre alto y rubio y una mujer rubia y gruesa
se (haber) __________ acercado y (hablar) __________ observando los
alrededores. Luego, el hombre (medir) __________ el suelo a grandes
pasos, en tanto que la mujer (clavar) __________ estacas en los
extremos de cada recta. Conversaron después, señaldádose
mutuamente distintos lugares, y por fin se alejaron.
–Van a vivir aquí–
(decir) __________ las víboras–. (Tener) __________ que irnos.
En efecto, al día
siguiente (llegar) __________ los colonos con un hijo de tres años y
una carreta en que había catres, cajones, herramientas sueltas y
gallinas atadas a la baranda. (Instalar) __________ la carpa, y
durante semanas (trabajar) __________ todo el día. La mujer
(interrumpir) __________ para cocinar, y el hijo, un osezno blanco,
gordo y rubio, (ensayar) __________ de un lado a otro su infantil
marcha de pato.
Tal fue el esfuerzo
de la gente aquella, que al cabo de un mes (tener) __________ un
pozo, gallinero y rancho prontos, aunque a éste (faltar) __________
aún las puertas. Después, el hombre se ausentó por todo un día,
volviendo al siguiente con ocho bueyes, y la chacra comenzó.
Las víboras, entre
tanto, no se decidían a irse de su paraje natal. (Soler) __________
llegar hasta el linde del pasto carpido, y desde alli (mirar)
__________ la faena del matrimonio. Un atardecer en que la familia
entera (haber) __________ ido a la chacra, las víboras, animadas por
el silencio, (aventurar) __________ a cruzar el peligroso páramo y
(entrar) __________ en el rancho. Lo (recorrer) __________ con cauta
curiosidad, restregando su piel áspera contra las paredes.
Pero allí (haber)
__________ ratas; y desde entonces (tomar) __________ cariño a la
casa. (Llegar) __________ todas las tardes hasta el límite del patio
y (esperar) __________ atentas a que aquélla quedara sola. Raras
veces (tener) __________ esa dicha. Y a más, (deber) __________
precaverse de la gallinas con pollos, cuyos gritos, si las (ver)
__________ delatarían su presencia.
De este modo, un
crepúsculo en que la larga espera las había distraído, (ser)
__________ descubiertas por una gallineta, que después de (mantener)
__________ un rato el pico extendido, (huir) __________ a toda ala
abierta, gritando. Sus compañeras (comprender) __________ el peligro
sin ver, y la (imitar) __________.
El hombre, que
(volver) __________ del pozo con un balde, (detenerse) __________ al
oír los gritos. (Mirar) __________ un momento, y dejando el balde en
el suelo (encaminarse) __________ al paraje sospechoso. Al sentir su
aproximación, las víboras (querer) __________ huir, pero únicamente
una (tener) __________ el tiempo necesario, y el colono (hallar)
__________ solo al macho. El hombre (echar) __________ una rápida
ojeada alrededor buscando un arma y (llamar) __________ –los ojos
fijos en el gran oscuro:
–¡Hilda!
¡Alcánzame la azada, ligero! ¡Es una serpiente de cascabel! La
mujer (correr) __________ y (entregar) __________ ansiosa la
herramienta a su marido.Cazadores.de.ratas2
(Tirar) __________
luego lejos, más allá del gallinero, el cuerpo muerto, y la hembra
lo (hallar) __________ por casualidad al otro día. (Cruzar)
__________ y (recruzar) __________ cien veces por encima de él, y
(alejarse) __________ al fin, yendo a instalarse como siempre en la
linde del pasto, esperando pacientemente a que la casa quedara sola.
La siesta calcinaba
el paisaje en silencio; la víbora (haber) __________ cerrado los
ojos amodorrada, cuando de pronto se (replegar) __________ vivamente:
acabada de ser descubierta de nuevo por las gallinetas, que (quedar)
__________ esta vez girando en torno suyo, gritando todas a
contratiempo. La víbora (mantenerse) __________ quieta, prestando
oído. (Sentir) __________ al rato ruido de pasos – La Muerte-.
(Creer) __________ no tener tiempo de huir, y (apretarse) __________
con toda su energía vital a defenderse.
En la casa (dormir)
__________ todos, menos el chico. Al oír los gritos de las
gallinetas, (aparecer) __________ en la puerta, y el sol quemante le
(hacer) __________ cerrar los ojos. (Titubear) __________ un
instante, perezoso, y al fin (dirigirse) __________ con su marcha de
pato a ver a sus amigas las gallinetas. En la mitad del camino
(detenerse) __________ , indeciso de nuevo, evitando el sol con su
brazo. Pero las gallinetas (continuar) __________ en girante alarma,
y el osezno rubio (avanzar) __________.
De pronto (lanzar)
__________ un grito y (caer) __________ sentado. La víbora, presta
de nuevo a defender su vida, (deslizarse) __________ dos metros y
(replegarse) __________. (Ver) __________ a la madre en enaguas y los
brazos desnudos asomarse inquieta; la vio correr hacia su hijo,
levantarse y gritar aterrada.
–¡Otto, Otto! ¡Lo
ha picado una víbora!
Vio llegar al
hombre, pálido, y lo vio llevar en sus brazos a la criatura
atontada. Oyó la carrera de la mujer al pozo, sus voces. Y al rato,
después de una pausa, su alarido desgarrador:
–¡Hijo mío!
Otras Actividades
1. ¿Te parece que
el título es correcto? ¿Por qué?
2. ¿Por qué se ve
interrumpida la siesta de las víboras de cascabel?
3. En un momento las
víboras dudan sobre quedarse en el lugar, ¿qué motivo las hace
quedarse?
4. ¿Qué hacían
todas las tardes? ¿Qué precauciones debían tomar?
5. ¿Qué error
cometieron por distraerse? ¿Cuál fue el resultado de ese error?
6. ¿Cómo reacciona
la hembra?
7. ¿Qué sucede
cuando la hembra es descubierta?
8. ¿Cuál fue el
resultado final del encuentro entre la hembra y el niño?
9. Subraya las
descripciones que encuentres.
10. ¿Qué tipo de
narrador relata el cuento? Extrae ejemplos que respalden tu
respuesta.
Texto completo:Los
cazadores de ratas Horacio Quiroga
Una siesta de
invierno, las víboras de cascabel, que dormían extendidas sobre la
greda, se arrollaron bruscamente al oír insólito ruido. Como la
vista no es su agudeza particular, las víboras mantuviéronse
inmóviles, mientras prestaban oído.
-Es el ruido que
hacían aquéllos…-murmuró la hembra.
-Sí, son voces de
hombres; son hombres -afirmó el macho.
Y pasando una por
encima de la otra se retiraron veinte metros. Desde allí miraron. Un
hombre alto y rubio y una mujer rubia y gruesa se habían acercado y
hablaban observando los alrededores. Luego, el hombre midió el suelo
a grandes pasos, en tanto que la mujer clavaba estacas en los
extremos de cada recta. Conversaron después, señalándose
mutuamente distintos lugares, y por fin se alejaron.
-Van a vivir aquí
-dijeron las víboras-. Tendremos que irnos.
En efecto, al día
siguiente llegaron los colonos con un hijo de tres años y una
carreta en que había catres, cajones, herramientas sueltas y
gallinas atadas a la baranda. Instalaron la carpa, y durante semanas
trabajaron todo el día. La mujer interrumpíase para cocinar, y el
hijo, un osezno blanco, gordo y rubio, ensayaba de un lado a otro su
infantil marcha de pato.
Tal fue el esfuerzo
de la gente aquella, que al cabo de un mes tenían pozo, gallinero y
rancho prontos. -aunque a éste le faltaban aún las puertas.
Después, el hombre ausentose por todo un día, volviendo al
siguiente con ocho bueyes, y la chacra comenzó.
Las víboras,
entretanto, no se decidían a irse de su paraje natal. Solían llegar
hasta la linde del pasto carpido, y desde allí miraban la faena del
matrimonio. Un atardecer en que la familia entera había ido a la
chacra, las víboras, animadas por el silencio, se aventuraron a
cruzar el peligroso páramo y entraron en el rancho. Recorriéndolo,
con cauta curiosidad, restregando su piel áspera contra las paredes.
Pero allí había
ratas; y desde entonces tomaron cariño a la casa. Llegaban todas las
tardes hasta el límite del patio y esperaban atentas a que aquella
quedara sola. Raras veces tenían esa dicha. Y a más, debían
precaverse de las gallinas con pollos, cuyos gritos, si las veían,
delatarían su presencia.
De este modo, un
crepúsculo en que la larga espera habíalas distraído, fueron
descubiertas por una gallineta, que, después de mantener un rato el
pico extendido, huyó a toda ala abierta, gritando. Sus compañeras
comprendieron el peligro sin ver, y la imitaron.
El hombre, que
volvía del pozo con un balde, se detuvo al oír los gritos. Miró un
momento, y dejando el balde en el suelo se encaminó al paraje
sospechoso. Al sentir su aproximación, las víboras quisieron huir,
pero únicamente una tuvo el tiempo necesario, y el colono halló
sólo al macho. El hombre echó una rápida ojeada alrededor,
buscando un arma y llamó -los ojos fijos en el gran rollo oscuro:
-¡Hilda! ¡Alcanzáme
la azada, ligero! ¡Es una serpiente de cascabel!
La mujer corrió y
entregó ansiosa la herramienta a su marido.
Tiraron luego lejos,
más allá del gallinero, el cuerpo muerto, y la hembra lo halló por
casualidad al otro día. Cruzó y recruzó cien veces por encima de
él, y se alejó al fin, yendo a instalarse como siempre en la linde
del pasto, esperando pacientemente a que la casa quedara sola.
La siesta calcinaba
el paisaje en silencio; la víbora había cerrado los ojos
amodorrada, cuando de pronto se replegó vivamente: acababa de ser
descubierta de nuevo por las gallinetas, que quedaron esta vez
girando en torno suyo, gritando todas a contratiempo. La víbora
mantúvose quieta, prestando oído. Sintió al rato ruido de pasos
-la Muerte. Creyó no tener tiempo de huir, y se aprestó con toda su
energía vital a defenderse.
En la casa dormían
todos, menos el chico. Al oír los gritos de las gallinetas, apareció
en la puerta, y el sol quemante le hizo cerrar los ojos. Titubeó un
instante, perezoso, y al fin se dirigió con su marcha de pato a ver
a sus amigas las gallinetas. En la mitad del camino se detuvo,
indeciso de nuevo, evitando el sol con el brazo. Pero las gallinetas
continuaban en girante alarma, y el osezno rubio avanzó.
De pronto lanzó un
grito y cayó sentado. La víbora, presta de nuevo a defender su
vida, deslizóse dos metros y se replegó. Vio a la madre en enaguas
correr hacia su hijo, levantarlo y gritar aterrada.
-¡Otto, Otto! ¡Lo
ha picado una víbora!
Vio llegar al
hombre, pálido, y lo vio llevar en sus brazos a la criatura
atontada. Oyó la carrera de la mujer al pozo, sus voces. Y al rato,
después de una pausa, su alarido desgarrador:
-¡Hijo mío…!
Comprensión lectora Menuda sorpresa
J. J. se despertó
aquella mañana a las siete. Como siempre. Se lavó y se
afeitó. Como
siempre. Tomó un
zumo de naranja. Como siempre. Y luego empezó a vestirse.
Generalmente se
vestía con limpieza y esmero, sin olvidar dar un
aire sport
y desenfadado a su
estilo, como correspondía a un joven administrativo de una
entidad
bancaria, sin
grandes ambiciones, pero satisfecho de su trabajo. El calzado era el
último
detalle que añadía
a su aspecto y que todas las mañanas le hacía repetir el
mismo rito:
ponerse a cuatro
patas y buscar bajo la cama los zapatos que había lanzado
allí la
víspera, en un
gesto cotidiano difícil de corregir. Eso no significa que
no mimase aquel
aspecto de su
atuendo. Al contrario, una vez localizados los zapatos bajo
la cama, los
limpiaba y daba
brillo detenidamente.
Pero aquella
mañana, cuando se agachó en busca de los zapatos, ocurrió
algo raro e
inusitado: su mano
se topó con algo duro, extremadamente áspero al tacto,
algo tan
rugoso como la
corteza de un olivo... «¿Será una maleta?», pensó
enseguida. E
inmediatamente
aquella posibilidad le pareció una tontería por la sencilla razón
de que él
no había dejado
nunca ninguna maleta debajo de la cama. Vivía solo y no era cuestión
de
empezar a dudar
de su memoria. Así que hizo lo que es normal en estos
casos: miró
debajo de la cama;
así, sin más. Y entonces lo vio.
Aquello era
increíble. Levantó la cabeza como si le faltara el aire y
miró a su alrededor
como si quisiera
comunicar a alguien algo terrible. Pero a su lado no había nadie. En
su
casa tampoco. Vivía
solo y eso quería decir que en aquellos momentos no tenía a nadie
con quien compartir
aquel estremecimiento, nadie a quien hacer mirar debajo de la cama
y nadie detrás del
cual esconderse... Así que no tuvo más remedio que tragar
saliva, volverse a poner de rodillas y mirar de nuevo, con
la secreta esperanza de que todo fuera un sueño. Pero no.
No era ningún sueño y tuvo que admitir anonadadoque debajo
de su cama estaba tranquilamente instalado un enorme cocodrilo.
J. J. se incorporó un poco tambaleante. Se dirigió a la sala, puso
un poco de música, miró por la ventana, contó una vez más
los pisos del bloque de enfrente y volvió deprisa a mirar
bajo la cama. No, no era un sueño: el cocodrilo seguía allí.
Se puso a cortarse
las uñas, ordenó las facturas del gas, del agua, de la
electricidad. Se
peinó nuevamente y
volvió ansioso a mirar debajo de la cama. No, no era una
alucinación:
el cocodrilo
seguía allí. Y estaba claro que se alimentaba de sus
zapatos, porque no
quedaba rastro del
que antes tenía entre sus dientes. J. J. se sentó a cavilar
... «A ver,
reflexionemos...», se dijo a sí mismo intentando serenarse,
«un cocodrilo no es un animal propio de esta zona y de
este clima. Vale. Lo cual quiere decir que ha venido de
algún sitio. Luego, la cuestión consiste en saber su
procedencia...». J. J. siguió reflexionando con una lógica
implacable. ¿En qué lugar podía haber cocodrilos? En ninguno.
A no ser que... ¡claro! ¿Cómo no se le había ocurrido
antes? ¡Aquel cocodrilo se había escapado de algún
zoológico! Y se dirigió a coger el listín de teléfonos.
—¿Dígame?
—¿Es el parque de
atracciones?
—Sí...
—Ustedes tienen
ahí un zoológico, ¿no?
—¡Hombre! Algún
animal sí que hay...
—¿Les falta a
ustedes algún cocodrilo?
—¿Cómo dice?
—Sí. Que a ver si
han notado que les falte algún cocodrilo...
Se hizo un
silencio algo penoso. J. J. pensó que quizás debiera haber
empleado otro
tono, no tan
directo.
—Pues mire
usted, ahora que lo dice..., es algo probable. Porque aquí
les damos fiesta
los sábados y
domingos y algunos se quedan por ahí de juerga.
Entender el texto
1. Cada mañana, J.
J....
a. se levantaba
tarde, se cortaba las uñas y ordenaba las facturas del agua, del gas
y de
la electricidad.
b. se levantaba a
las siete, se lavaba, se afeitaba y se tomaba un zumo de naranja.
c. hacía cosas
diferentes.
2. Para ir al
trabajo, J. J. se vestía...
a. con limpieza y
esmero pero con un aire informal.
b. no se preocupaba
por su ropa y se vestía con lo primero que encontraba en el armario.
c. con traje y
corbata, porque trabajaba en un banco.
3. Cada tarde,
cuando J. J. se quitaba los zapatos...
a. los dejaba
ordenados en un rincón.
b. los tiraba debajo
de la cama.
c. los colocaba al
lado de la cama.
4. Cuando aquella
mañana J. J. metió la mano bajo la cama para coger sus zapatos...
a. los encontró
rotos.
b. algo le mordió
la mano.
c. tocó algo
extraño bajo la cama.
5. Al ver el
cocodrilo, J. J....
a. intentó
distraerse con otras actividades y volvió a mirar bajo la
cama por si era un
sueño o una
alucinación.
b. no hizo ningún
caso y continuó con sus tareas sin darle importancia.
c. se metió debajo
de la cama.
6. El cocodrilo
comía...
a. facturas de gas,
agua y electricidad.
b. maletas.
c. los zapatos de J.
J.
7. ¿Crees que J. J.
reaccionó...
a. de forma
impulsiva, sin pensar?
b. razonando y
actuando después?
c. se quedó parado
sin saber qué hacer?
8. ¿Crees que la
persona que habló con J. J. por teléfono...
a. habló con él
seriamente?
b. se preocupó por
el problema de J. J.?
c. pensó que J. J.
le estaba gastando una broma y contestó con ironía?
Manejar la
información
1. Escoge el término
que mejor sustituya a la palabra destacada en cada oración.
J. J. estaba
satisfecho de su trabajo.
Su mano se topó
con algo duro.
J. J. se incorporó
un poco tambaleante
. La cuestión
consiste en saber su procedencia
. 2. Numera estas
acciones de J. J. según el orden en el que aparecen en la lectura.
Llamó por teléfono.
Miró debajo de la
cama por primera vez.
Desayunó.
Puso un poco de
música.
Se puso a pensar de
dónde había podido salir el cocodrilo.
Su mano topó con
algo duro.
3. Di si son ciertas
o no estas oraciones referidas a J. J.
Repetía cada mañana
las mismas acciones.
Cuidaba el estado de
sus zapatos.
Siempre dejaba las
maletas bajo la cama.
Estaba solo en casa
cuando se encontró con el cocodrilo.
4. Escribe, a
continuación, tres adjetivos que encuentres en el texto y
que se relacionen
con el sentido del
tacto.
5. Juega a ponerte
en la piel de J. J. Lo último que sabemos es que llama
por teléfono.
¿Crees que
conseguirá que le crean? Escribe cómo imaginas que
continuará la
conversación
telefónica, e inventa un posible final para esta historia.
Comprensión lectora La aventura continúa
J. K. Rowling
desvela en el castillo de Edimburgo el último ‘Harry Potter’
Pasada la medianoche
se puso a la venta, en librerías de 17 países, la sexta entrega de
las
aventuras del mago
más famoso del mundo. En tan sólo 24 horas, Harry Potter and the
half-
blood prince (Harry
Potter y el príncipe mestizo) es ya un superéxito, con ventas
estimadas
en 10 millones de
copias de su versión original en inglés. Su autora, J.
K. Rowling, leyó fragmentos de la novela ante una audiencia
infantil en el castillo de Edimburgo, que fue
decorado para la
ocasión. Joanne Katherine Rowling dedicó las primeras horas
de esta madrugada al público infantil. Ante 70 niños
reunidos en el Castillo de Edimburgo, la escritora inglesa
desveló algunos secretos de la nueva aventura de los escolares de
Hogwarts. Leyó fragmentos de Harry Potter and the halfblood prince,
la sexta entrega de una saga que inauguró en 1997 y que ha
transformado desde entonces los hábitos de lectura de los menores.
Al mismo tiempo,
pero no antes de que sonara la última campanada de la
medianoche,
abrieron sus
puertas librerías de 17 países, desde el Reino Unido a
Estados Unidos,
Filipinas y Brasil.
Anticipaban una avalancha de niños con sombreros de bruja y
nerviosos
adolescentes
enfundados en las capas negras que visten los alumnos del
mágico
internado.
Rowling es una
mujer reservada. Protege su privacidad y evita los
grandes
acontecimientos
mediáticos. Se comunica con su público fuerte, los menores de edad,
a
través de su
sitio de Internet, donde desmiente rumores infundados
y advierte de
los falsos mensajes que circulan por la Red en su nombre.
Rara vez adelanta una primiciasobre la evolución de la saga
Harry Potter, cuyos ejes centrales rondan en su mente desde
el primer volumen. La autora, premio Príncipe de Asturias
por su contribución a fomentar la lectura, sentó cátedra esta
madrugada con su sesión estelar en Edimburgo.
En los alrededores
del mismo castillo escribió su primer libro publicado, Harry Potter
y la
piedra filosofal.
Tenía una hija, planes prácticos de estudiar magisterio y
subsistía con
ayudas estatales y
préstamos de sus amigos. Una década después, es una de
las
mujeres más ricas
del mundo, con una gran fortuna personal y tres residencias
en
Inglaterra y
Escocia. El pasado enero dio a luz a su tercer hijo, el
segundo fruto de su
matrimonio con un
médico que ejerce en la sanidad pública. Cumple 40 años
el 31 de
julio, celebración
que comparte con el protagonista de sus novelas.
Rowling debe toda su
fortuna a su gran invento con Harry Potter. Ha prometido clausurar
la historia en el
séptimo tomo, equivalente a la graduación escolar del aprendiz de
mago.
¿Qué hará
entonces? Hasta esta madrugada, el contenido de la novela
era uno de los secretos mejor protegidos. Incluso se recurrió a
los juzgados para que no divulgaran detalles de la sexta entrega del
aprendiz de mago. En el curso anterior, Harry salió airoso de una
campaña de
desprestigio montada
contra él y el director del internado, el profesor Dumbledore. Y,
pese
a la confianza del
Ministerio de la Magia, no relajó la guardia frente al malvado
Voldemort.
¿Quién será el
príncipe del título del nuevo tomo? Sugiere que se trata
de un mestizo,
entendido
probablemente como cruce de brujo y muggle (un humano normal y
corriente,
según la
terminología de Harry Potter). Rowling negó que se tratara del trío
de personajes
mencionados, y
algunos expertos en la materia lo relacionan con un sobrino del mago
del
mal.
Harry Potter llega
al sexto curso del internado con 16 años. Típico en la
adolescencia,
sufrirá altibajos
de humor y desconcierto sobre su porvenir. Los nubarrones
acechan
sobre Hogwarts y, de
entrada, está asegurada una muerte, probablemente violenta. Con
el protagonista
descartado, se han hecho apuestas sobre la identidad del
personaje que
no verá la luz de
la séptima y hasta el momento última aventura de la saga.
Entender el texto
1. La sexta entrega
de Harry Potter fue presentada...
a. en la mayor
librería de Londres, ante una gran multitud.
b. en un castillo de
Edimburgo, ante unos 70 niños.
c. en una escuela
escocesa, ante cientos de niños.
2. El público que
asistió a la ceremonia estaba formado por...
a. lectores jóvenes
que conocían muy bien estas novelas.
b. periodistas de
países de habla inglesa.
c. gente muy variada
procedente de diversos países del mundo.
3. La creadora de
Harry Potter es una mujer...
a. tan misteriosa
que no aparece nunca en actos públicos.
b. tan reservada que
no le gusta demasiado aparecer en los medios.
c. dada al
espectáculo y que no duda en revelar aspectos de su intimidad.
4. Se hizo famosa...
a. antes de escribir
el primer Harry Potter, como autora de novelas de aventuras.
b. a partir de la
cuarta entrega de la saga, que supuso su consolidación.
c. desde la
aparición del primer libro protagonizado por el joven mago.
5. La saga de Harry
Potter...
a. no tiene un final
predeterminado: la autora seguirá con la historia.
b. será extensa: la
novelista piensa llegar a diez o doce entregas.
c. tiene un final
previsto y muy cercano: Rowling ha planificado sólo siete entregas.
6. La autora...
a. ha planificado
desde el comienzo las líneas principales de todos los libros sobre
Harry.
b. decide la
evolución de cada libro a través de las opiniones de sus lectores.
c. empieza cada
libro sin ni siquiera saber cómo acabará.
7. Cuando una nueva
entrega de Harry Potter sale a la luz...
a. el público
conoce ya muchos detalles de la obra.
b. no se sabe
absolutamente nada sobre su contenido.
c. se tienen algunos
detalles de las novedades, pero pocos.
8. La reseña
periodística se estructura así:
a. contenido del
libro + presentación y aparición de la novela +
referencias sobre la
autora.
b. referencias
sobre la autora + contenido del libro + presentación y
aparición de la
novela.
c. presentación y
aparición de la novela + referencias sobre la autora + contenido del
libro.
Manejar la información
1. Indica cuál
de estos tres resúmenes es más fiel al contenido de la
crónica que has
leído.
A. En varias
librerías de distintos países de habla inglesa se agolparon
niños y jóvenes
para adquirir la
que es hasta el momento la entrega más misteriosa de Harry
Potter. Se
sabe que en esta
nueva aventura el joven mago tendrá que enfrentarse a un
poderoso
«mestizo» (mezcla
de mago y muggle) que intentará expulsarle de Hogwarts
para
siempre. La
identidad de este nuevo malvado fue revelada por Rowling a
un grupo de
niños que acudieron
al acto de presentación, aunque el dato aún no ha trascendido.
B. La sexta entrega
de Harry Potter fue presentada por su autora en un castillo escocés,
ante un público
infantil más bien reducido, al tiempo que se iniciaba su
exitosa venta en
varios países.
Rowling, una mujer reservada a la que el personaje del
joven mago ha
cambiado la vida,
reveló algunos secretos de la que será la penúltima entrega de la
saga.
Son muchas las
incógnitas sobre la nueva aventura en la que el
protagonista es ya un
adolescente, como la
identidad del personaje que aparece en el título o quién será
víctima
de una muerte.
C. Tras la
aparición del último Harry Potter en 15 países, su autora
(J. K. Rowling, una
mujer sencilla de
cuarenta años que tiene tres hijas) ha tenido que desmentir
muchísimos
rumores a través de
su página web en Internet. Aunque parece comprobado que la acción
se traslada a un
castillo cercano a Edimburgo, bien conocido por la autora,
no es cierto
que el príncipe
mestizo del título sea Voldemort, aunque sí es cierto lo que
comentaban
tantos niños
disfrazados con capas negras y sombreros de bruja: «algún personaje
importante va a
morir».
2. En la lectura se
plantean incógnitas sobre la autora y el contenido del nuevo libro.
Indica cuáles son.
Sobre la autora
Sobre el contenido
del nuevo libro
3. Imagina que tú
hubieras sido uno de los asistentes al acto de presentación. Escribe
tres
preguntas que le
habrías formulado a Rowling sobre el libro y tres más sobre su vida
o su
trabajo.
Sobre el libro
Sobre ella misma
4. Ordena las
palabras de manera que formes oraciones correctas.
a) gradúa Potter en
se Harry séptima la entrega la historia de.
b) Magisterio autora
Potter de quería Harry estudiar la.
c) gran ganado
libros sus Rowling ha con fortuna una.
d) Príncipe el
Rowling Asturias ha premio recibido de.
5
5. Relaciona el
inicio y la continuación de cada noticia.
Ante la próxima
aparición del sexto libro protagonizado por el joven
aprendiz e brujo
(titulado Harry
Potter y el príncipe mestizo), existe un gran interés en
cautivar al público
adulto.
El libro Harry
Potter y el príncipe mestizo, de la escritora británica
Joanne Rowling, fue
proclamado como l
libro infantil más popular en la República Checa en 2005.
La película Harry
Potter y la cámara secreta ha recaudado más de 500 millones fuera
de
EE.UU., donde la
recaudación ha sido de 225 millones, sumando así más de 725
millones
en todo el mundo
desde su estreno.
Sin embargo, parece
que por el momento no alcanzará los 968 millones que consiguió la
primera parte y que
la colocó en segunda posición, después de Titanic, en el ranking
por
ingresos de todos
los tiempos.
Las expectativas
se centran en que el próximo 16 de julio (día de su
lanzamiento) se
supere el récord de
lectores adultos de Harry Potter, con la venta, en un día, de más
de
250.000 ejemplares
de la versión «para grandes».
Este es el
resultado de una encuesta entre lectores infantiles checos,
organizada por el
Club de
Bibliotecas Infantiles en cooperación con el Instituto para
la Información y la
Educación. Harry
Potter, también, había ganado la encuesta en el año 2004.
Ahora, indica qué
titular corresponde a cada noticia.
Buscando lectores
adultos
Harry Potter en la
República Checa
Ganancias de Harry
Potter
Heracles, a quien los romanos llamarían Hércules, era hijo de Zeus
y de Alcmena, una princesa de Tebas. Hera, enojada porque Zeus había
llevado a cabo otro de sus casamientos con mujeres mortales, envió
dos horrorosas serpientes para que mataran a Heracles cuando aún era
un bebé. Heracles y su hermano gemelo Ificles dormían en un escudo
que les servía de cuna, cuando las serpientes reptaron hacia ellos.
Ificles gritó y rodó fuera del escudo. Pero Heracles, un niño
inmensamente fuerte, cogió las serpientes por el cuello, una en cada
mano, y las estranguló.
Cuando era un
muchacho, Heracles se interesaba más por la lucha que por la
lectura, la escritura o la música. También prefería la carne asada
y el pan de cebada a los pasteles de miel o de frutas. Pronto, se
convirtió en el mejor arquero, el mejor luchador y el mejor boxeador
que existía. Cuando Lino, su profesor de música, le pegó por no
prestar atención a las escalas, Heracles le golpeó con una lira
hasta matarlo. Acusado de asesinato, Heracles dijo sencillamente:
—Lino me pegó
primero. Sólo me defendí.
Y los jueces lo
absolvieron.
Euristeo, el gran
rey de Grecia, quería desterrar a Anfitrión, rey de Tebas y, ahora,
padrastro de Heracles. Pero éste, noblemente, se ofreció a Euristeo
para ser su esclavo durante noventa y nueve meses, si permitía que
Anfitrión se quedase y conservara el trono. Hera advirtió a
Euristeo:
—Acepta, pero
encarga a Heracles los diez trabajos más peligrosos que puedas
elegir, y que los cumpla todos dentro de los noventa y nueve meses.
Lo quiero muerto.
El primer trabajo
que Euristeo ordenó a Heracles fue matar al león de Nemea, una
enorme bestia, cuya piel era resistente a la piedra, al cobre y al
hierro. Aquel monstruo vivía en una cueva en las montañas. […]
Aunque el animal le arrancó el dedo corazón de la mano izquierda de
un mordisco, Heracles consiguió meter la cabeza del león bajo el
brazo derecho y aplastarla hasta que la bestia murió. Heracles
despellejó al león usando una de las garras del mismo animal como
cuchillo y luego se cubrió con la piel. Después, se fabricó una
nueva maza de madera de olivo y se presentó ante Euristeo.
El segundo trabajo
era mucho más peligroso: matar a la monstruosa hidra de los pantanos
de Lerna. Esta bestia tenía el cuerpo grande, como el de un perro, y
ocho cabezas de serpiente con largos cuellos. Heracles le disparó
flechas ardiendo cuando salía de su agujero bajo las arenas de un
pantano. Luego, corrió hacia ella y le golpeó las ocho cabezas.
Pero conforme las aplastaba, iban apareciendo otras en su lugar. Un
escorpión, enviado por Hera, se le acercó rápidamente y le mordió
el pie: Heracles lo aplastó de un pisotón. Al mismo tiempo,
desenvainó su afilada espada de empuñadura de oro y llamó a Yolao,
el conductor de su carro. Yolao trajo inmediatamente una antorcha y,
cuando Heracles cortaba una cabeza, sellaba el cuello con fuego para
evitar que surgiera una nueva. Fue el final de la hidra. Heracles
mojó sus flechas en su sangre venenosa. Quien fuera herido con ellas
moriría dolorosamente.
El tercer trabajo
fue capturar la cierva de Cerinia, una cierva blanca con pezuñas de
bronce y cuernos de oro, que pertenecía a la princesa Artemisa.
Heracles tardó un año entero en encontrarla. La persiguió por
montañas y valles de toda Grecia, hasta que al final le disparó una
flecha sin veneno, cuando pasó corriendo cerca de él. La flecha se
clavó entre el tendón y el hueso de sus patas delanteras, que
quedaron ensartadas, sin derramar una sola gota de sangre. Cuando
tropezó y cayó, Heracles la apresó, le extrajo la flecha y se la
llevó a Euristeo sobre los hombros. Artemisa se habría enfurecido
si Heracles hubiera dañado a su cierva y, además, lo perdonó por
su certero flechazo. Después, Euristeo liberó a la cierva.
El cuarto trabajo
fue apresar al jabalí de Erimanto, una enorme criatura con unos
colmillos como los de un elefante y una piel resistente a las
flechas. Heracles lo persiguió por las montañas de aquí para allá,
en invierno, hasta que quedó atrapado en un gran montículo de
nieve. Allí, saltó sobre él y le ató las patas delanteras a las
traseras. Cuando Euristeo vio a Heracles cargando el jabalí a su
espalda por la avenida de palacio, huyó y se escondió en una gran
vasija de bronce.
El quinto trabajo
fue limpiar el inmundo establo del rey Augías en un solo día.
Augías tenía muchos millares de animales y nunca se había
preocupado de eliminar sus excrementos. Euristeo le encargó esta
tarea a Heracles sólo para molestarlo, esperando que se cubriera de
inmundicia, cuando cargara el estiércol en las cestas para
llevárselo.
Augías sonrió a
Heracles con desprecio:
—Te apuesto veinte
vacas contra una, a que no puedes limpiar el establo en un solo día.
—De acuerdo —dijo
Heracles.
Blandió su maza,
derribó la pared del establo, cogió un pico y cavó rápidamente
unos canales profundos desde dos ríos cercanos. El agua de los ríos
atravesó el establo y lo dejó limpio en un momento.
Como sexto trabajo,
Euristeo le dijo a Heracles que expulsara ciertas aves caníbales con
plumas de bronce del lago Estínfalo. Estos animales parecían
grullas, pero tenían picos capaces de hacer pedazos una coraza de
hierro. Heracles no podía nadar en los pantanos, porque el agua
estaba turbia, y tampoco podía cruzarlos caminando, porque el barro
no aguantaría su peso. Cuando disparó a los pájaros, las flechas
rebotaron en sus plumas.
La diosa Atenea se
le apareció entonces y le dio un unos címbalos de bronce.
—¡Agítalos! —le
ordenó.
Heracles lo hizo y
las aves levantaron el vuelo, aterrorizadas. Disparó, mató a
docenas de ellas, ya que en la parte inferior de sus cuerpos no
tenían plumas de bronce, y las obligó a huir en dirección al mar
Negro. Ninguna volvió jamás.
El séptimo trabajo
fue capturar un toro que aterrorizaba Creta. Perseguía granjeros y
soldados, destruía cabañas y almacenes, arrasaba campos de maíz, y
asustaba a mujeres y niños. Este animal había aparecido cuando el
hijo de Europa, Minos, dijo a los cretenses:
—¡Soy el rey de
esta isla! ¡Dejemos que los dioses me envíen una señal para
probarlo!
Mientras hablaba,
los cretenses vieron cómo un toro muy blanco de cuernos dorados
salió nadando del mar. Pero en lugar de sacrificar el hermoso animal
a los dioses, como era su deber, Minos lo conservó y sacrificó
otro. Así que Zeus lo castigó, permitiendo que el toro escapara y
causara desgracias en toda Creta.
Heracles siguió al
toro hasta un bosque. Allí, se subió a un árbol, esperó que el
animal pasara y saltó sobre su lomo. Tras un difícil forcejeo,
consiguió clavarle una anilla en la nariz y, cruzando el mar con
unas riendas atadas a su morro, se lo llevó a Euristeo.
El octavo trabajo
fue capturar las cuatro yeguas salvajes del rey Diomedes de Tracia.
Diomedes alimentaba a estas yeguas con la carne de los extranjeros
que visitaban su reino. Heracles viajó hasta Tracia y se acercó al
palacio real; fue directo a las cuadras de Diomedes, echó a los
mozos y condujo a las yeguas, que se caían y coceaban, hasta la
costa. Alertado por el ruido, Diomedes llamó a los guardias de
palacio y salió en su persecución. Heracles dejó las yeguas a
cargo de su mozo Abdero y volvió para luchar. La batalla fue corta.
Dejó sin sentido a Diomedes con su maza e hizo que las yeguas se lo
comieran vivo, como venganza por la muerte de Abdero que, poco antes,
al no haber podido controlar a las yeguas, había sido devorado por
las mismas. Antes de marcharse, Heracles también instituyó unos
juegos fúnebres anuales, en memoria de Abdero. Ya de regreso, cuando
Heracles vio que su barco era demasiado pequeño para que cupieran
las cuatro yeguas, las enjaezó al carro de Diomedes, abandonó el
barco y volvió, de este modo, a casa, cruzando Macedonia.
El noveno trabajo
fue conseguir el famoso cinturón de oro de Hipólita, la reina de
las amazonas que vivía en la costa sur del mar Negro, y regalárselo
a la hija de Euristeo. Heracles llegó a Amazonia sin novedad. Allí,
la reina Hipólita se enamoró de él y podría haber conseguido el
cinturón como un simple regalo. Sin embargo, la diosa Hera, con
rencor, se disfrazó de amazona y esparció el rumor de que Heracles
había venido para secuestrar a Hipólita y llevársela a Grecia. Las
amazonas, indignadas, montaron en sus caballos y fueron a rescatarla,
lanzando flechas contra Heracles, mientras se acercaban. Aunque
Heracles rechazó el ataque, Hipólita resultó muerta en la
confusión de la batalla. Así que Heracles cogió el cinturón de su
cadáver y se fue apenado. Le hubiera gustado casarse con Hipólita y
le molestó mucho tener que darle el cinturón a la hija de Euristeo.
El décimo trabajo
de Heracles fue robar un rebaño de bueyes del rey Geríones, que
vivía en una isla cerca de la corriente de Océano. Geríones tenía
tres troncos con sus respectivas cabezas, pero un solo par de
extremidades. […] Cuando llegó a la isla de Geríones, Heracles
fue atacado por un perro bicéfalo y por un pastor de Geríones, a
los que abatió de un mazazo. Finalmente, Geríones salió corriendo
de su palacio, como si se tratase de una fila formada por tres
hombres. La diosa Hera, entonces, intentó ayudar a Geríones
deslumbrando con un espejo a Heracles, pero éste esquivó el
destello y mató a Geríones con una flecha, que atravesó a la vez
los tres troncos. Luego, disparó también contra Heray la hirió en
un hombro. La diosa se fue entonces volando a suplicar a Apolo y a
Artemisa que le extrajeran la flecha y la curaran. […]
Ahora, Heracles
debía ser liberado pero, aconsejado por Hera, Euristeo le dijo:
—No has cumplido
correctamente mi segundo trabajo, porque pediste ayuda a Yolao, para
matar la hidra. Y tampoco hiciste bien el quinto trabajo, porque
Augías te pagó por limpiar su establo. […] Debes hacer dos más,
pero puedes dedicarles el tiempo que necesites.
—De acuerdo —dijo
Heracles—. Y si vivo para cumplirlos, le sucederá lo peor a tu
familia.
Euristeo había
planeado dos nuevos trabajos muy peligrosos. El primero era conseguir
las manzanas de oro de las hespérides, ninfas que vivían en el
Lejano Occidente. Estas manzanas eran el fruto de un árbol que la
Madre Tierra le ofreció a Hera como regalo de boda. Las Hespérides,
hijas del titán Atlas, cuidaban del árbol, y Ladón, un dragón que
nunca dormía, lo vigilaba dando vueltas a su alrededor.
[…] Heracles
partió por mar hacia Marruecos y, al llegar a Tánger, caminó
tierra adentro hasta el lugar donde Atlas, el titán rebelde,
sostenía la bóveda celeste. Heracles le preguntó:
—Si me hago cargo
de tu trabajo durante una hora, ¿querrías recoger para mí tres
manzanas del árbol de tus hijas?
—Claro —dijo
Atlas—, si tú matas antes al dragón que nunca duerme.
Heracles apuntó con
su arco por encima del muro del jardín y mató al dragón. Luego, se
puso de pie detrás de Atlas y, separando las piernas, se colocó
todo el peso de la bóveda celeste sobre la cabeza y los hombros.
Atlas trepó por el muro, saludó a sus hijas, robó las manzanas y
le gritó a Heracles:
—Hazme el favor de
quedarte aquí un poco más, mientras le llevo estas tres manzanas a
Euristeo. Con mis enormes piernas, estaré de vuelta dentro de una
hora.
Heracles, que sabía
que Atlas nunca entregaría las manzanas a Euristeo y que su idea era
la de rescatar a los demás titanes para empezar una nueva rebelión,
simuló que le creía.
—Encantado
—contestó—, pero antes sosténme un momento el peso, mientras
doblo esta piel de león y me hago un cojín para la cabeza.
Atlas dejó las
manzanas en el suelo e hizo lo que le pedía Heracles. Éste entonces
recogió las manzanas y, antes de irse, le dijo:
—Has intentado
engañarme —le comentó, riéndose—, pero yo te he engañado a
ti. ¡Adiós!
[…] El último y
peor de los trabajos fue capturar al can Cerbero y arrastrarlo a la
superficie desde el Tártaro. Al recibir esta orden, Heracles fue a
Eleusis para purificarse. Allí se celebraban los misterios de
Deméter. Limpio de todo pecado, Heracles bajó con valentía hasta
el Tártaro, pero Carente no quiso transportar a un mortal hasta la
otra orilla de la laguna Estigia.
—Destruiré tu
barca —le amenazó Heracles— y te cubriré de flechas como un
erizo está cubierto de púas.
Caronte tembló de
terror y lo llevó al otro lado. Más tarde, Hades castigó a Caronte
por su cobardía.
Heracles vio a Teseo
y Pirítoo pegados al banco de Hades, mientras las furias los
azotaban. Tiró de Teseo con enorme fuerza y lo arrancó del asiento,
pero Teseo perdió un buen trozo de espalda. Luego, vio que era
imposible liberar también a Pirítoo, si no era con un hacha, así
que lo dejó allí.
Perséfone salió
corriendo del palacio y cogió a Heracles de las manos:
—¿Puedo ayudarte,
querido Heracles? —preguntó.
—Majestad, te
ruego que me prestes a tu perro guardián durante unos días. Podrá
volver a casa enseguida, cuando se lo haya enseñado a Euristeo.
Perséfone dirigió
sus ojos hacia Hades:
—Por favor,
esposo, concede a Heracles lo que pide. Esta tarea le ha sido
encomendada por consejo de tu cuñada Hera. Él promete no quedarse
con nuestro can Cerbero.
—Muy bien
—respondió Hades—, y puede llevarse también a ese loco de
Teseo, ya que está aquí. Pero tiene la obligación de domar a
Cerbero, sin usar ni la maza ni las flechas.
Hades creyó que
esta condición haría imposible el trabajo, pero la piel de león de
Heracles era resistente a los pinchazos de las púas del lomo de
Cerbero, así que Heracles, con sus fuertes manos, apretó el
pescuezo del can, hasta que sus tres cabezas se oscurecieron. Cerbero
entonces se desmayó y Heracles pudo arrastrarlo con facilidad. Por
desgracia, el único túnel de vuelta a la Tierra lo bastante ancho
era uno que tenía la salida cerca de Mariandinia, junto al mar
Negro, así que a Heracles le esperaba un viaje largo y difícil.
Antes de partir, Heracles cogió una rama de laurel blanco como
trofeo y se la colocó como si fuera una corona.
Cuando Heracles
apareció arrastrando a Cerbero con una correa, Euristeo se dio un
susto de muerte.
—Gracias, noble
Heracles —dijo—; ahora, quedas liberado de tus trabajos. Pero,
por favor, devuelve esa bestia enseguida.
Heracles volvió a
Tebas, donde su madre Alcmena lo recibió con alegría. […]
Graves, Robert. “Los
trabajos de Heracles”, en: Dioses y héroes de la Antigua Grecia.
Madrid, El mundo, 1999.
1) ¿De quiénes es
hijo Heracles? ¿Por qué les parece que este dato es importante en
el mito?
2) ¿Cómo está
caracterizado el héroe? ¿Qué lo diferencia de los hombres comunes?
3) Hacer un cuadro
enumerando todas las hazañas de Heracles, que contenga las
siguientes entradas (pueden cortar y pegar pasajes del texto que les
sirvan para completarla y pueden hacerlo utilizando el procesador de
textos disponible en sus equipos portátiles):
o prueba a superar;
o lugar;
o persona, monstruo
o animal que se opone a Heracles;
o cómo consigue
superar la prueba.
4) ¿Qué tienen en
común todos los trabajos ordenados por Euristeo? ¿Cuál les parece
el más difícil de todos?
CONTINUIDAD EN LOS PARQUES JULIO CORTÁZAR
Había empezado a
leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes,
volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba
interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes.
Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir
con el mayordomo una cuestión de aparcerías, volvió al libro en la
tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles.
Arrellanado en su sillón favorito, de espaldas a la puerta que lo
hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó
que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y
se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin
esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión
novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso
de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a
la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del
alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano,
que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo
los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva
de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban
y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en
la cabaña del monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora
llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama.
Admirablemente restañaba ella la sangre con sus besos, pero él
rechazaba las caricias, no había venido para repetir las ceremonias
de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y
senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo
latía la libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las
páginas como un arroyo de serpientes, y se sentía que todo estaba
decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo
del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban
abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir.
Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A
partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente
atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para que
una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer.
Sin mirarse ya,
atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la
puerta de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al
norte. Desde la senda opuesta él se volvió un instante para verla
correr con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los
árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del
crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían
ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no
estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la
sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer:
primero una sala azul, después una galería, una escalera
alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación,
nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la
mano, la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de
terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una
novela.
1) Caracterizar al
personaje del cuento. Podéis utilizar las siguientes preguntas como
ayuda:
a) ¿A qué se
dedica? ¿Qué tipo de vida lleva? Anotar algún rasgo de su
personalidad y de su pertenencia social. Indicad qué partes del
texto dan indicios sobre esto.
b) ¿Qué tipo de
lector es?, ¿activo o pasivo? ¿Sigue el sentido lineal de la
lectura o intenta romperlo? ¿Se involucra con lo que lee o se siente
ajeno?
2) Explicar el
significado de la frase: «[...] la ilusión novelesca lo ganó casi
enseguida [...]».
a) Imaginar de qué
trata la novela que lee el personaje y escribir un resumen de su
contenido.
Para finalizar esta
actividad, contestad: cuando lees, te «metes» en la ficción. ¿Y
cuándo miras películas o series de televisión?
LA CANTANTE CALVA IONESCO
Interior burgués
inglés, con sillones ingleses. Velada inglesa. El señor SMITH,
inglés, en su sillón y con sus zapatillas inglesas, fuma su pipa
inglesa y lee un diario inglés, junto a una chimenea inglesa. Tiene
anteojos ingleses y un bigotito gris inglés. A su lado, en otro
sillón inglés, la señora
SMITH, inglesa,
remienda unos calcetines ingleses. Un largo momento de silencio
inglés. El reloj de chimenea inglés hace oír diecisiete toques
ingleses.
SRA. SMITH: –¡Vaya,
son las nueve! Hemos comido sopa, pescado, patatas con tocino, y
ensalada inglesa. Los niños han bebido agua inglesa. Hemos comido
bien esta noche. Eso es porque vivimos en los suburbios de Londres y
nos apellidamos Smith.
SR. SMITH:
(Continuando su lectura, chasquea la lengua.)
SRA. SMITH: -Las
patatas están muy bien con tocino, y el aceite de la ensalada no
estaba rancio. El aceite del almacenero de la esquina es de mucho
mejor calidad que el aceite del almacenero de enfrente, y también
mejor que el aceite del almacenero del final de la cuesta. Pero con
ello no quiero decir que el aceite de aquéllos sea malo.
SR. SMITH:
(Continuando su lectura, chasquea la lengua.)
SRA. SMITH: -Sin
embargo, el aceite del almacenero de la esquina sigue siendo el
mejor.
SR. SMITH:
(Continuando su lectura, chasquea la lengua.)
SRA. SMITH: -Esta
vez Mary ha cocido bien las patatas. La vez anterior no las había
cocido bien. A mí no me gustan sino cuando están bien cocidas.
SR. SMITH:
(Continuando su lectura, chasquea la lengua.)
SRA. SMITH: -El
pescado era fresco. Me he chupado los dedos. Lo he repetido dos
veces. No, tres veces. Eso me hace ir al retrete. Tú también has
comido tres raciones. Sin embargo, la tercera vez has tomado menos
que las dos primeras, en tanto que yo he tomado mucho más. Esta
noche he comido mejor que tú. ¿Cómo es eso? Ordinariamente eres tú
quien come más. No es el apetito lo que te falta.
SR. SMITH:
(Continuando su lectura, chasquea la lengua.)
SRA. SMITH: -No
obstante, la sopa estaba quizás un poco demasiado salada. Tenía más
sal que tú. ¡Ja, ja! Tenía también demasiados puerros y no las
cebollas suficientes. Lamento no haberle aconsejado a Mary que le
añadiera un poco de anís estrellado. La próxima vez me ocuparé de
ello.
SR. SMITH:
(Continuando su lectura, chasquea la lengua.)
SRA. SMITH: -Nuestro
rapazuelo habría querido beber cerveza, le gustaría beberla a
grandes tragos, pues se te parece. ¿Has visto cómo en la mesa tenía
la vista fija en la botella? Pero yo vertí en su vaso agua de la
garrafa. Tenía sed y la bebió. Elena se parece a mí: es buena
mujer de su casa, económica, y toca el piano. Nunca pide de beber
cerveza inglesa. Es como nuestra hijita, que sólo bebe leche y no
come más que gachas. Se ve que sólo tiene dos años. Se llama
Peggy. La tarta de membrillo y de fríjoles estaba formidable. Tal
vez habría estado bien beber, en el postre, un vasito de vino de
Borgoña australiano, pero no he llevado el vino a la mesa para no
dar a los niños un mal ejemplo de gula. Hay que enseñarles a ser
sobrios y mesurados en la vida.
SR. SMITH:
(Continuando su lectura, chasquea la lengua.)
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