Unidad
didáctica 11
Un artículo de opinión: El texto argumentativo
Partiremos de la
siguiente cuestión: “¿Cómo puedo convencer a los demás de lo
que pienso?”
Esta pregunta nos
llevará a la escritura de un artículo de opinión para la revista
del instituto. Los alumnos deben defender, argumentándola, su
postura respecto a la siguiente cuestión:
“¿De qué modo
te beneficia la expansión de nuestra lengua en el mundo?"
En esta tarea
tendréis que investigar y controlar los siguientes contenidos:
PRIMERA SESIÓN:
¿De dónde
viene nuestra lengua?¿Siempre ha sido como la hablamos nosotros?
¿Por qué se
habla más de una lengua en España? La diversidad lingüística
¿El andaluz es
una lengua?¿Qué diferencia a una lengua de un dialecto?
SEGUNDA SESIÓN
¿Por qué
“viajan” las lenguas?¿Por qué se habla español fuera de
España?
¿Qué ocurrió
con los idiomas que se hablaban en América antes de la llegada del
español?
¿Qué
consecuencias (económicas, sociales) tiene la expansión de un
idioma?
¿Qué tiene de
positivo la diversidad lingüística?
TERCERA SESIÓN
Texto
argumentativo (características)
Tipos de textos
argumentativos
Clases de
argumentos
Textos
periodísticos de opinión. El artículo de opinión. Características
lingüísticas.
Mientras vais
trabajando la información anterior, en clase iremos leyendo y
comentando algunos textos:
Ellas
Un amigo me envió
hace poco una pequeña noticia que él había encontrado en la página
web de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico). Estaba dentro de un documento sobre África y era una
menudencia, apenas dos líneas modestísimas. Traducidas del
inglés, decían así: "Las mujeres -no los camiones, no los
trenes, no los aviones- acarrean dos tercios de todas las
mercancías que se transportan en el África rural". Mi amigo se
quedó impactado. Y yo también.
Es una información
que enciende inmediatamente en mi cabeza una catarata de imágenes:
cientos de miles de mujeres, de ancianas y de niñas atravesando en
todas las direcciones el continente, paso a paso, cimbreándose
bajo pesadas cargas. Y además llevando algún niño atado a las
espaldas. Para que luego digan (porque aún se sigue utilizando esa
necedad) que somos el sexo débil... Y lo más grandioso es que,
biológicamente, es cierto que los hombres poseen, por lo general,
más vigor físico que las mujeres.
Pero la verdadera fortaleza es otra cosa: está hecha de
tenacidad, de aguante, de entrega, de perseverancia. Porque
para llegar a China basta con dar un paso detrás de otro y no parar.
Estas mujeres fuertes, humildes y asombrosas son la espina vertebral
de África. Ellas son quienes sostienen el hogar, quienes cuidan
de los niños y los enfermos, quienes gestionan la economía
familiar. Todos los expertos en desarrollo, empezando por el gran
Muhammad Yunus, el inventor de los microcréditos, flamante
premio Nobel de la Paz (¿y por qué no le han dado el de Economía?),
saben que las mujeres de los países pobres, y desde luego las
africanas, sacan mejor partido a las ayudas económicas, que son más
eficaces, más laboriosas y fiables.
Mujeres bueyes,
mujeres mulas de carga, resistentes, calladas, austeras y
heroicas. Muchas de ellas, millones, con el clítoris mutilado.
Míralas ahí, en tu imaginación, pululando por el mapa
africano, afanosas como hormigas, cada una con su carga en la
cabeza. Qué infinidad de pequeños esfuerzos, cuantísimas fatigas
hay que aguantar para llegar a acarrear dos tercios de las
mercancías. Son la esperanza del futuro, el motor del mundo.
Rosa Montero ( El
País)
1º ¿De qué trata
el texto?¿Qué opina el autor?
2º Subraya las
ideas principales de cada párrafo.
3º Escribe un
resumen: recuerda que en un resumen sintetizamos la información
esencial de un texto pero usando nuestra palabras, lo hacemos en 3ª
persona y en presente, que no opinamos ni comentamos y que no decimos
nada que no esté en el texto
4º Identifica las
palabras subrayadas con uno de estos recursos:
Paralelismo metáfora comparación.
5º Escribe un
sinónimo de cada palabra que aparece en negrita.
Hablemos del Islam
Otra matanza. Una
vez más, los terroristas no eran amish o metodistas. Los medios de
comunicación tardaron horas en confirmar la obviedad: que los
atacantes eran musulmanes y que se habían inmolado al grito de «¡Alá
es grande!». Y para seguir con el patrón habitual en estos trágicos
sucesos (cada vez más frecuentes), los políticos –salvo en el
caso de François Hollande y Manuel Valls–, en sus declaraciones,
pasaron de puntillas la identidad y motivación de los terroristas.
Como colofón, como viene siendo habitual, el coro de ciudadanos,
periodistas y políticos que bajo los lemas «el islam es una
religión de paz» o «el terrorismo no conoce religión», se
apresuran a absolver al islam de cualquier conexión (por muy remota
que pudiera ser) con los atentados. En otros tiempos, cabe suponer
que estos mismos sujetos, tan activos en las redes sociales, habrían
defendido hasta quedarse sin aliento la ausencia de relación entre
la gallina y el huevo.
Hablemos-del-islam.
Para ser sinceros, sí que se suelen enunciar ciertas raíces para
explicar el fenómeno del terrorismo islámico: la política de
Occidente en Oriente Medio, Israel, la opresión bajo la que viven
muchos árabes, la miseria económica… No hace mucho Obama llegó a
afirmar que el fundamentalismo islámico podría solucionarse con
políticas de empleo en Oriente Medio. Sin embargo, hay desempleo en
muchas partes del mundo, hay déspotas oprimiendo regiones o países
en diversos continentes, y Occidente se ha ganado la enemistad de
muchos pueblos y regiones, no sólo en Oriente Medio. Si la lógica
es la opresión política… ¿por qué no vemos tibetanos budistas
masacrar viandantes en Hong Kong o Londres? Si es un problema de
desigualdad económica y pobreza… ¿dónde están los suicidas
congoleños provocando el caos en Bruselas? ¿Y por qué no hay
terroristas tailandeses vengando la explotación que ciertas empresas
occidentales llevan a cabo en su país?
Como vemos, en los
tiempos en que vivimos no todos los pueblos y culturas reaccionan de
forma igual ante situaciones dramáticas o injustas. Unos protestan,
otros hacen huelgas de hambre y otros ametrallan a los clientes de un
café parisino. Pensemos por un momento en los principales conflictos
armados que están teniendo lugar en estos momentos: Malí, Nigeria,
Libia, Somalia, Yemen, Siria, Irak, Afganistán… en todos ellos el
denominador común es la presencia de una insurgencia de carácter
fundamentalista islámico. Ahora mismo, el único conflicto de
importancia en el que no hay musulmanes de por medio es el caso de
Ucrania, y quizá por ello mucha gente no termina por comprenderlo.
Por supuesto, hay un
hecho incontestable: en un mundo en el que viven 1.300 millones de
musulmanes no se explica que el islam sea una religión propensa a la
violencia. Si así fuera, los atentados serían constantes, y las
víctimas, millones por semana. Es innegable que la gran mayoría de
musulmanes conciben su fe de forma pacífica y no albergan la más
mínima intención de atentar o suicidarse. De hecho, muchos de ellos
son las principales víctimas de los terroristas. El islam no es un
fenómeno monolítico, sino increíblemente plural y fragmentado. Hay
innumerables escuelas de interpretación y tradiciones. La mayoría,
pacíficas. Otras, no tan numerosas pero lo suficientemente
influyentes, no lo son.
Muy a pesar de los
defensores de la religión de paz y otros eslóganes vacuos, en el
Corán y en la vida de Mahoma hay sobrados ejemplos de incitación a
la violencia y al odio. Y como todo musulmán sabe, el Corán es la
palabra de Dios, y Mahoma la perfecta encarnación de lo que debería
ser un buen musulmán. Y esto, como no podría ser de otra forma, es
una fuente de problemas y equívocos. No es asunto menor que Alá en
el Corán prometa una recompensa mayor a aquel que lucha en la guerra
santa contra el infiel ni que Mahoma liderase en repetidas ocasiones
un ejército en el campo de batalla.
No obstante, hay
muchos otros pasajes en el Corán que predican la tolerancia y el
bien, así como bastantes ejemplos en la vida de Mahoma en los que el
profeta se comportó con bondad y predicando un mensaje de paz y
armonía. Pero, mientras no se traten de forma crítica aquellos
pasajes en el Corán y en la vida de Mahoma que contradicen el
mensaje de paz y tolerancia, no podrá darse ningún progreso en la
lucha contra el radicalismo religioso. Más que negar la existencia
de ningún problema, habría que reconocer la realidad y tratarla. En
lo que aquí concierne, mediante una nueva exégesis del Corán y de
la vida del profeta que destierre los aspectos más problemáticos
mediante una lectura no tan literal y aislada de las fuentes.
Así que empecemos
por hablar del islam.
Javier Gil
Guerrero, Doctor en Historia.
¿Cuál es el
tema general del texto?
La primera frase
del texto es breve, pero contundente: "Otra matanza". ¿A
que matanza se refiere? ¿Por qué utiliza el determinante "otra"?
Explica la fuerza expresiva de este arranque del texto.
En el primer
párrafo les hace un reproche a ciertas personas. ¿A quiénes? ¿Qué
les reprocha exactamente? Este reproche tiene que ver con la tesis
del texto 8es decir, la opinión del emisor). ¿Cuál crees que será?
(Puedes esperar a leer el texto completo para contestar esta última
pregunta).
A continuación
enumera algunas de las causas que se esgrimen para explicar el
fenómeno del terrorismo. ¿De qué modo contraargumenta el autor
esos argumentos comunes?
Un poco más
adelante también enumera distintas formas de reaccionar ante la
injusticia. ¿Qué tres formas enumera? ¿Qué fin crees que persigue
con esta enumeración?
En el texto
también aparecen ejemplos de países en conflicto. ¿Para qué los
nombra? ¿Qué excepción cita en relación a este argumento de
ejemplificación?
En el párrafo
siguiente, hace una concesión apoyada en cifras. Explica en qué
consiste.
¿De qué forma
vincula el autor Islam y violencia? ¿Qué medidas propone para
solucionar este gravísimo problema?
Teniendo en
cuenta el lugar del texto donde se sitúa la tesis y el cuerpo de la
argumentación, ¿qué tipo de estructura presenta este texto?
¿Cuál es tu
postura sobre los hechos que se analizan en el texto de Javier Gil?
TEXTO
ARGUMENTATIVO (ENSAYO)-
Cuenta un escritor
brasileño amigo mío, Edweine Loureiro, que, en una cena en la que
le preguntó a un anciano japonés cómo pudo transformarse Japón
tras la Guerra Mundial en una potencia económica, este le respondió
ofreciéndole un tazón de arroz con una sonrisa. Mi amigo pensó que
su interlocutor había optado por ignorar la pregunta, pero este,
consciente de la perplejidad de su compañero de mesa, le ofreció
una explicación de su metáfora. “Al término de la guerra, no
teníamos arroz para comer”, le aclaró. “Entendimos que solo
trabajando juntos e intensamente seríamos capaces de vencer al
hambre y a la miseria. Así que nos convertimos nosotros mismos en
arroz cocido: cuanto más pegados unos granos a otros, más fuertes
nos hacíamos.”
El arroz japonés
constituye la alegoría perfecta para ilustrar las diferencias entre
la naturaleza de este pueblo y la nuestra: mientras nuestro concepto
de arroz de calidad incluye como condición indispensable el que sus
granos estén sueltos, el arroz japonés es pegajoso. Cada grano,
redondo y lleno de almidón, se encuentra pegado a otro, de manera
que comer con palillos no supone ninguna dificultad: los granos nunca
se caen y el tazón queda invariablemente limpio al final. El señor
de la historia le hizo entender a mi amigo que los japoneses, ante
una catástrofe de proporciones inimaginables, hicieron lo que mejor
saben hacer: poner el bien común por encima del individual. El
progreso se derivó de ello por sí solo, y en la repartición de los
beneficios también entraron todos. El arte de anteponer el bien
común al propio, tan bien visto, aceptado y predicado
universalmente, no es sin embargo practicado con frecuencia en muchos
lugares del mundo. ¿Es, pues, inalcanzable para seres que no posean
una cualidad humana especial?
La lección que
recibimos con cierto desconcierto los occidentales que vivimos en
Japón es que la cuestión carece de misterio, ya que no requiere de
ningún sacrificio heroico ni de ninguna capacidad sobrenatural.
Hacer bien el trabajo de uno, sin cuestionar ni eludir sus aspectos
más ingratos, cualquiera que sea el oficio y la consideración
social que reciba, es la única clave para pertenecer a ese arroz
cocido colectivo y beneficiarse al mismo tiempo como individuo.
(Montserrat Sanz
Yagüe, Presentación del libro Frente al Pacífico, 2011)
1º Indica el tema
del texto. ¿Qué idea defiende la autora?
2º Subraya las
ideas principales de cada párrafo y escribe un resumen.
3º ¡Sabes qué son
los gentilicios: escribe los que aparecen en el texto.
4º ¿Por qué usa
la autora comillas en el primer párrafo?
Terminamos con este texto y una sonrisa:
En fin, como podemos observar, un simple corte
pelando patatas puede convertirse de la noche a la mañana en un
infarto que termina en un entierro.
Con esta anécdota quiero mostrar a la gente cómo
en los pueblos las llamadas “fuentes firmemente primarias”, más
conocidas como las marujas del pueblo, dentro de su aburrida e
interminable existencia, se dedican a cambiar o más bien a
dramatizar las noticias que escuchan (en el médico, en el súper, en
la pescadería…). Pero eso no es todo. Ese primer cambio de
información premeditado realizado por dichas marujas va acompañado
de un boca a boca de persona a persona, en cuyo transcurso la noticia
se estira, se encoge, se exagera, se cambia, en definitiva, ocurre lo
mismo que pasa en el juego de niños que se conoce con el nombre del
teléfono escacharrado.
Finalmente, aconsejo a los habitantes de mi pueblo
y de otros pueblos de España que quizás aún no han sido víctimas
de las temibles marujas, que se anden con pies de plomo, porque quién
sabe si algún día de repente entran a comprar el periódico y ven
su esquela en la puerta del establecimiento.
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